Definición de Desarrollo Democrático en el IDD-AR
La democracia es un bien social complejo, sostenido como una bandera por buena parte de nuestra sociedad, sobre el que no existen evaluaciones objetivas acerca de dónde estamos, cómo vamos en ese tránsito hacia un ideal democrático y qué podemos hacer para mejorar ese camino.
Para abordar esos conceptos desarrollamos una metodología que nos permite analizar ese fenómeno complejo en términos concretos y comparables, sabiendo que la democracia, además de una cuestión de ideales, es un proceso social que permite a los pueblos vivir mejor y lograr objetivos concretos. Es por eso que trabajamos sobre la base del concepto de “desarrollo democrático”.
El “desarrollo democrático” es el proceso por el cual el sistema político, con todos sus actores institucionales y sociales, construye soluciones que le permiten acercarse más a los fines de la democracia.
En ese proceso deben respetarse reglas básicas de la democracia, en tanto se dirija al cumplimiento de los fines que le dan sentido, en términos de Sartori (1987), “la consecución de los fines democráticos socialmente identificados como necesarios”.
Detrás de esta sucinta definición convergen enfoques que desde una visión minimalista procedimental sobre la democracia se orientan hacia una maximalista (ver desarrollos de Dahl 1989;, Schumpeter, 1968;, Sartori, 1987; Huntington, 1991;, Weffort, 1992; , O’Donnell, 1993;, Lijphart, 2003; , Collier-Levitsky:, 2000).
El concepto de “desarrollo democrático” que expresa el IDD-AR converge con otros conceptos que aparecen en la literatura politológica como “asociados” al desarrollo democrático. Ellos son: calidad democrática, calidad de gobernanza (governance) y buen gobierno.
A su vez, la democracia no es un concepto estático y acabado. Nunca se alcanza la perfección democrática. No existe un estándar ni, menos aún, un estado modelo que permita contrastar cada realidad contra ese tal modelo. Por eso entendemos la democracia como un camino en el que las sociedades van avanzando o retrocediendo, según el caso, en su proceso de desarrollo democrático, y esos avances y retrocesos en un entorno geográfico e histórico es lo que medimos con el IDD-AR.
La riqueza analítica distintiva de abrazar la noción de desarrollo democrático radica en haber podido establecer parámetros que permiten mensurar en el tiempo la evolución de las democracias. Este primer informe del IDD-AR muestra una “foto” o “radiografía” del estado de la democracia en las 23 provincias y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y la serie permitirá comparar la evolución interanual –los avances y retrocesos registrados– y establecer el progreso o avance del desarrollo democrático, tanto en sus aspectos institucionales como en el sistema político en su conjunto y en el cumplimiento de sus fines tendientes al logro de un mayor desarrollo.
La definición de democracia adoptada en este estudio es de amplio alcance, corresponde a la visión “maximalista”. En tal sentido, el concepto de desarrollo democrático que aquí se presenta comprende cuatro dimensiones que dan cuenta de la institucionalidad del régimen democrático, para lo cual se relevan indicadores de lo que se denomina “democracia formal” (condición de base); el desempeño del sistema democrático (dimensiones I y II) y el logro de los fines de la democracia (dimensiones III y IV), que da cuenta de la consecución de fines democráticos socialmente identificados como necesarios. Es decir, aquellos fines que, al mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, legitiman y dan sentido a la democracia.
Estas dos últimas dimensiones reflejan el ejercicio efectivo para gobernar, y a partir de dos componentes medimos los esfuerzos realizados para alcanzar esos fines, socialmente consensuados, considerados como outcomes (resultados) del gobierno democrático.
4.2 Esquema conceptual del “desarrollo democrático” en el IDD-Ar.
Las cuatro dimensiones contienen 20 indicadores principales y 31 indicadores secundarios. Llamamos secundarios aquellos indicadores que, combinados con otros, conforman un indicador principal.
Adoptamos el criterio de “democracia maximalista” basados en autores como Gerardo Munck (2000) quien advierte que la investigación sobre las democracias debe abarcar “aspectos que superen el proceso electoral y la conexión electoral entre los votantes y sus representantes”, porque este tipo de desarrollos metodológicos anclan en las visiones minimalistas de la democracia, que “no abarcan todos los significados del concepto de la democracia”.
Otras mediciones sobre el desempeño de la democracia son de este tipo, minimalista, y son útiles, pero medir la democracia en sentido amplio es muy difícil. Por eso, Munck sostiene que “es imperativo hacer frente a la tarea de medir la democracia, en sentido amplio”.
La construcción del índice de Desarrollo Democrático de Argentina (IDD-AR) adopta la definición maximalista de democracia como contribución a ese gran desafío, con esta medición efectiva de los procesos democráticos que se dan en el seno de cada jurisdicción federal analizada, destacando tanto los logros como las virtudes (o los vicios y falencias) del proceso de evolución democrática, tanto en el funcionamiento de sus instituciones como en el desempeño de la sociedad.
En términos metodológicos el IDD-AR está basado en el diseño de otras mediciones exitosas: el Índice de Desarrollo Democrático de América Latina (IDD-LAT) y el Índice de Desarrollo Democrático de México (IDD-Mex).